HATSHEPSUT, PRIMERA MUJER-FARAÓN QUE SE HIZO ESCULPIR COMO ESFINGE (MMNY)
Hatshepsut, reina-faraón de la dinastía XVIII de Egipto. Quinta gobernante de dicha dinastía, reinó de 1479 a. C. a 1457 a. C. con el nombre de Maatkara Hatshepsut, y llegó a ser la mujer que más tiempo estuvo en el trono de las "Dos Tierras".
El nombre de Hatshepsut era un título con el significado de "La primera de las nobles damas", que también se presentaba en su forma completa de Hatshepsut Jenemetamón, esto es, "La primera de las nobles damas, unida a Amón".
El padre de Hatshepsut, Tutmosis I, había logrado expandir el Imperio egipcio de manera nunca antes vista en tan sólo trece años de reinado. Este prodigioso monarca pasaría a la historia por llevar a sus tropas al curso de un río enorme que, al contrario que el Nilo, no discurría de sur a norte, sino a la inversa: el Éufrates.
A la muerte, algo temprana, de Tutmosis I, Hatshepsut era la mejor situada para sucederle en el trono, pues sus hermanos varones ya habían muerto. Es posible que incluso el propio Tutmosis I tratase en vida de asociar a su hija al trono, como así lo demuestra que la nombrase Heredera. Sin embargo, sus deseos fueron incumplidos, pues al parecer una conjura palaciega encabezada por el chaty y arquitecto real, el poderoso Ineni, consiguió sentar en el trono a Tutmosis II, nacido de una esposa secundaria. Hatshepsut tuvo que soportar convertirse en la Gran Esposa Real de su hermanastro, y se cree que este fue un duro golpe a su orgullo.
Mientras su débil y blando esposo ceñía la doble corona, Hatshepsut comenzó a rodearse de un círculo de adeptos que no dejaron de crecer en poder e influencias: entre ellos Hapuseneb y Senenmut. La gran esposa real se había convertido, para temor del visir Ineni, en un peligroso oponente.
Tutmosis II tuvo un reinado muy breve, y murió en plena juventud cuando sus dos únicos hijos conocidos aún estaban en la primera infancia. Como había pasado en la generación anterior, la gran esposa real Hatshepsut no había traído al mundo un varón, sino una niña, por lo que volvió a abrirse una crisis sucesoria. Una vez más, Ineni consiguió que la nobleza aceptara como único candidato factible a un hijo de Tutmosis II y de una concubina, que sería nombrado rey como Tutmosis III. No obstante, la reina viuda Hatshepsut no quería que la historia se repitiera por segunda vez, y la modificó considerablemente.
Dado que Tutmosis III era demasiado pequeño para gobernar, la gran esposa real de Tutmosis II asumió la regencia y pospuso indefinidamente el matrimonio entre el nuevo rey y su hija, la princesa real Neferura, única persona que podría legitimar su ascenso al poder absoluto. La situación no era rara: hubo muchos casos de regencia a lo largo de la historia egipcia, aunque nunca de una mujer a la que no la unía ningún lazo sanguíneo con el rey.
Durante los primeros años de reinado de Tutmosis III, Hatshepsut estuvo preparando minuciosamente un "golpe de Estado" que revolucionaría a la tradicional sociedad egipcia. Alejó para siempre de la escena política a Ineni, y elevó a sus fieles Hapuseneb y Senenmut a los más altos cargos. Parece ser que la figura política más importante de la época fue Hapuseneb, quien unió para sí los cargos de visir y de sumo sacerdote de Amón.
Cuando se vio lo suficientemente fuerte, la hasta entonces gran esposa real y esposa del dios, Hatshepsut, en presencia del faraón Tutmosis III, se autoproclamó también faraón de las Dos Tierras y primogénita de Amón, con el beneplácito de los sacerdotes, encabezados por Hapuseneb. El golpe de efecto fue magistral, y el inexperto Tutmosis III no pudo hacer otra cosa más que admitir la superioridad de su tía y madrastra. Hatshepsut se había convertido en la tercera reina-faraón conocida en la historia egipcia.
Asumió todos los atributos masculinos de su cargo (excepto el título de "Toro poderoso"), haciéndose representar a partir de entonces como un hombre y tocándose de barba postiza. Estableció una insólita corregencia con su sobrino, aunque hubo un clarísimo predominio de la primera sobre el segundo, hasta tal extremo de colocarlo en un segundo plano impropio del papel futuro que tendría Tutmosis III en la historia.
Hatshepsut ha pasado a la historia como una gobernante pacífica y que prefirió gastar parte de su tesoro en construir templos en vez de conquistar territorios. Invirtió mucho en borrar todos los daños ocasionados por la guerra de liberación que había elevado a su dinastía a lo más alto.
Bajo su mandato se completaron parte de los templos de Ermant y Karnak, donde hizo construir cuatro obeliscos y una sala de la barca sagrada rodeada de capillas anejas. Hizo levantar en Buhem, en Nubia, un templo dedicado a Horus, caracterizado por poseer columnas cercanas al estilo dórico. Además, se realizaron expediciones comerciales hacia el sur, en busca de materiales exóticos como la madera perfumada u oro, y también se organizaron campañas militares que permitieron controlar la tercera catarata y llegar hasta la sexta. Estas expediciones estuvieron bajo el mando de Tutmés (Tutmosis) III, quien, a pesar del supuesto odio a su tía, no se alzó en armas contra ella.
Hatshepsut murió en su palacio de Tebas tras un largo reinado de 22 años, abandonada por todos. Se ignora la edad de su muerte, pero se estima que debería oscilar entre los cuarenta y los cincuenta años.
A su muerte, Tutmosis III se convertiría en un gran faraón que, emulando a su abuelo Tutmosis I, realizó numerosas campañas y ascendió a Egipto al rango de gran potencia mundial. Pero jamás lo habría logrado sin la preparación a la que lo sometió su tía-madrastra. Tutmés (Tutmosis) III hizo desmantelar algunos monumentos levantados por Hatshepsut, y durante el reinado de Ramsés II se procedió a borrar su memoria.
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