Cada día con mayor frecuencia recibimos una gran cantidad de información, que intentamos recordar, sistematizar, gestionar...pero nos despreocupamos de lo que sentimos y de cómo nos sentimos. Por supuesto, tampoco somos capaces de mirar en ese sentido a nuestro alrededor.
Perdemos de vista que la información, por sí misma, no tiene valor si se desestima su relación con las personas y de éstas con sus sentimientos y emociones.
Las competencias de las personas y las oportunidades que puedan tener dependen, no sólo de las informaciones (conocimientos) que tengan, sino de cómo las interioricen (sientan, vivan).
Como dice Doris Lessing:
" Cualquier persona, en cualquier parte, florecerá con cien talentos y capacidades inesperadas, simplemente por haber tenido la oportunidad de poder hacerlo"
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