La pasada semana asistí a una conferencia sobre calidad, estimaba el ponente como importante la motivación de las personas de la organización en la consecución de los estándares de calidad, pero jamás aludió a a la implicación que la dirección de las entidades debe asumir para sentar las bases y fomentar la colaboración entre las personas realizando una gestión de la motivación y desarrollando el pensamiento positivo.
A mi pregunta sobre este tema repondió que esperaba de su personal que trajera la motivación de casa. Bueno, es una manera de verlo.
Yo soy partidaria de otro estilo, con liderazgo, creando un ambiente de aprendizaje que incentive la creatividad e innovación, logrando colaboraciones positivas y potenciando modelos participativos. A este tipo de modelos se llega teniendo en cuenta las emociones de las personas que nos acompañan, porque se implican y alinean con la visión, objetivos y metas de la organización, consiguiendo sinergias que posibilitan mejorar los resultados, la gestión y la calidad de servicio de la entidad.
¿Cual es vuestra opinión?
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